lunes, 7 de agosto de 2017


                         LA ESPERANZA

1 Corintios 4:7 AL 5:16

4:7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, 
4:8 que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; 
4:9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; 
4:10 llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. 
4:11 Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 
4:12 De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida. 
4:13 Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, 
4:14 sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros. 
4:15 Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios. 
4:16 Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. 
4:17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 
4:18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.


5:1 Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. 
5:2 Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; 
5:3 pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. 
5:4 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 
5:5 Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. 
5:6 Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor 
5:7 (porque por fe andamos, no por vista); 
5:8 pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. 
5:9 Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. 
5:10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.
5:11 Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias. 
5:12 No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. 
5:13 Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. 
5:14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 
5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. 
5:16 De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. 


El creyente abriga una esperanza viva en Cristo tanto para el presente como para la eternidad.

Si la fe es fundamental para nuestras relaciones con Dios en Cristo, la esperanza es también esencial. La fe y la esperanza junto con la caridad o amor abnegado son virtudes esenciales de la vida cristiana (1 Corintios 13:13) Reconocemos que somos salvados por la gracia en virtud de la fe (Efesios 2:8) pero somos salvados también por la esperanza (Romanos 8:24)

Cuál es la fuente de la esperanza?
2 Corintios 4:1-7

La propia esperanza de Pablo procedía de su encuentro personal con Cristo en el camino de Damasco.

Esta esperanza, este conocimiento de la gloria de Dios revelada en Cristo, es un tesoro que Dios nos da. Ninguno de nosotros es fuente de esa gloria, por mucha que sea la luz, la verdad, la gloria y el poder que Dios puede manifestar en nosotros y por medio de nosotros, no somos otra cosa que vaso de barro. Toda la gloria le pertenece a Dios. Toda la extraordinaria excelencia, la maravillosa grandeza del poder es de Dios. Solamente El es la fuente.

Como triunfa la esperanza?
2 Corintios 4:8-18

Como vaso de barro el apóstol Pablo experimentó muchos sufrimientos. Vivió bajo la constante presión de enemigos y perseguidores, pero  Dios no permitió que lo cercaran ni lo aplastaran. El libro de los hechos demuestra con frecuencia de qué manera Dios abrió un camino de escape para el apóstol. En realidad la presión enemiga significaba solamente que el evangelio se extendería a un nuevo lugar. Aun cuando Pablo estuviese perplejo sin saber a dónde ir, Dios no lo dejó que fuese una víctima de la desesperación. Cuando se vio perseguido Dios nunca lo abandonó ni permitió que sus perseguidores lo capturaran. Cuando fue azotado por calamidades como naufragios, fue librado de la muerte.
Pablo, en virtud de su esperanza se mantuvo firme en su sufrimiento por la causa de Cristo, aunque su cuerpo mortal decaía, el hombre interior se renovaba diariamente. Había captado una vislumbre de la gloria de una grandeza tan sobrecogedora que los sufrimientos presentes y persecuciones palidecían y se volvían insignificantes.

Cuál es la meta de la esperanza?
2 Corintios 5:1-10

El apóstol Pablo no le hizo frente a los peligros diarios animado de alguna creencia mística que no podría morir, ni aun con la confianza de Dios no permitiría su muerte. Carecía de esa seguridad.

De manera entonces que la esperanza del creyente con la visión del futuro no pasa por alto el hecho de la muerte. Hasta que Jesús  venga, todos debemos hacerle frente a la muerte. Nuestro cuerpo es solamente una habitación terrena que se destruye fácilmente, una carpa o tienda que puede ser fácilmente desmantelada. La vida física es mucho más frágil de lo que muchos de nosotros queremos pensar (salmo 103:15,16) Pero cuando ocurre la muerte, ella no trae el fin. Dios tiene una casa mejor para nosotros, un nuevo cuerpo, una nueva creación del cielo. No será una “tienda” transitoria como nuestros cuerpos presentes, sino un edifico permanente.

Dios nos ha preparado para todo esto dándonos un anticipo del Espíritu Santo. (2 Corintios 1:22)
El Espíritu revela a Cristo y nos hace gustar por anticipado lo que Dios ha preparado para nosotros (1 Corintios 2:9,10). Esto le proporcionó esperanza a Pablo en circunstancias que hacia frente a aquellos que le querían dar muerte a raíz de su testimonio. Sabía que mientras vivía en este cuerpo presente estaba ausente de Cristo (de la misma manera que un embajador en un país extranjero está ausente de su patria) Cristo estaba con el naturalmente, y sin embargo en esta vida se mantuvo por fe y no por vista. Ahora tenemos los primeros frutos del Espíritu, pero aquel día, con nuevos cuerpos experimentaremos la adopción y disfrutaremos de nuestros privilegios de hijos.


La esperanza y la visión de una vida con Cristo  colocó al apóstol Pablo en un sitio maravilloso. Ya no le importaba vivir o morir. En vez de aferrarse a las cosas de esta vida, en vez de consagrar todas sus energías a preservar esta vida, podía depositar su atención en aquello que realmente importaba. En realidad, todo lo que quería era  agradar a su Maestro y Señor. (Filipenses1:20,21) El apóstol Pablo, al igual que todos nosotros, tendrá que comparecer ante el tribunal de Cristo (Romanos 14:10) a fin de recibir una recompensa por lo que hizo con este cuerpo, ya fuese bueno (útil, benéfico), o malo

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