lunes, 14 de agosto de 2017

LA HUMILDAD

Lucas 14:7-14: 18:9-14

14:7 Observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa, refirió a los convidados una parábola, diciéndoles:
14:8 Cuando fueres convidado por alguno a bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más distinguido que tú esté convidado por él,
14:9 y viniendo el que te convidó a ti y a él, te diga: Da lugar a éste; y entonces comiences con vergüenza a ocupar el último lugar.
14:10 Mas cuando fueres convidado, ve y siéntate en el último lugar, para que cuando venga el que te convidó, te diga: Amigo, sube más arriba; entonces tendrás gloria delante de los que se sientan contigo a la mesa.
14:11 Porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla, será enaltecido.
14:12 Dijo también al que le había convidado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; no sea que ellos a su vez te vuelvan a convidar, y seas recompensado.
14:13 Mas cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos;
14:14 y serás bienaventurado; porque ellos no te pueden recompensar, pero te será recompensado en la resurrección de los justos.


18:9 A unos que confiaban en sí mismos como justos, y menospreciaban a los otros, dijo también esta parábola:
18:10 Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.
18:11 El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano;
18:12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano.
18:13 Mas el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, pecador.
18:14 Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se enaltece, será humillado; y el que se humilla será enaltecido.

La exaltación personal produce finalmente la humillación, por otra parte la humildad trae consigo exaltación.
Porque cualquiera que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido. Lucas 14:11
En la época del nuevo testamento, el mundo pagano abundaba en monumentos con inscripciones y estatuas que hablaban de la grandeza de los hombres. La gente del mundo de la época de Cristo  rendía homenaje al orgullo y despreciaban la humildad, la mansedumbre.

EL CAMINO DE LOS SOBERBIOS

Lucas 14:7-9
El Señor Jesucristo concurría con frecuencia a fiestas que se celebraban en todas las clases de la sociedad, desde los fariseos más encumbrados hasta los más humildes y despreciados publicanos y pecadores. Durante el apogeo de su popularidad, ni aun sus enemigos se atrevían a ofender a los demás huéspedes, excluyéndolo. Sin embargo el Señor Jesucristo no se enorgullecía nunca del elevado número de invitaciones que recibía. Simplemente las aceptaba como oportunidades para impartir enseñanzas, ayudar y sanar a la gente.

El Señor Jesús les presentó a los huéspedes una parábola sugiriendo que cuando fuesen invitados a un casamiento no debían ocupar los puestos más honrosos. Si, el anfitrión podría pedirle a otra persona que ocupaba el lugar que no le correspondía, que le cediera a un invitado especial. Y el orgullo y la soberbia que motivaron que buscara el sitio mejor, le provocaría una vergüenza.

EL CAMINO D E LOS HUMILDES

Lucas 14:10-14
¿De qué manera podemos evitar la vergüenza que con frecuencia nos provoca el orgullo? El Señor Jesús sugiere que se ocupe el lugar más humilde al principio. Se puede proceder así sin llamar la atención sobre sí. Luego, el anfitrión quizás lo llame para que ocupe un lugar más honroso en la mesa. Si así ocurre, el huésped disfrutará de respeto, honra y alabanza en vez de vergüenza.

Sin embargo la solicitud de Jesús iba más allá de la vergüenza presente. Lo que vio que ocurría en la mesa señalaba un eterno principio. Todo aquel que se exalta o se considera así mismo mejor que los demás, todo aquel que con egoísmo procura acrecentar su propio honor, su posición, poder o fama, será humillado. En el día del juicio, todos aquellos que han permitido que la ambición personal los exalte, quedaran confundidos y sufrirán la vergüenza.

Por otra parte, aquel que se disciplina a sí mismo para ocupar un lugar humilde y realiza la labor que ninguno quiere hacer, será exaltado, porque oirá las palabras aprobatorias de su Señor.

Más tarde, durante la fiesta, el Señor Jesús tenía una lección para su anfitrión. Le sugirió que ya fuese la ocasión una comida o banquete, el anfitrión debía dejar de lado su orgullo y proporcionar gozo a los demás menos afortunados que él. En vez de invitar siempre a aquellos que le podían devolver la invitación, debía invita a los que no podían devolverle la invitación.

Al hablar de esta manera, el Señor  Jesús no nos prohibía  que invitásemos a comer a nuestros amigos.  Con frecuencia aprobó tales ocasiones. Pero no quiere que caigamos en la rutina de agasajar  siempre a aquellos que pueden ayudarnos a subir por la escalera del éxito. El orgullo nos impulsa a emplear nuestros recursos para nuestro propio progreso. Necesitamos ser inspirados de humildad y abnegación para buscar a los pobres, a los impedidos y a los parias de la sociedad, a fin de tratarlos como amigos sin que se sientan como casos de caridad. Necesitan nuestra amistad y nuestra confraternidad, y quizás nos sorprenda el ver cuánto pueden contribuir  para nuestro bienestar. Además lo que hacemos por ellos puede proporcionar una plenitud de bendición interior e indudablemente recibiremos una recompensa cuando recibamos a Jesús en el aire y comparezcamos ante su tribunal.

EL CAMINO DE LA AUTOJUSTIFICACION

Lucas 18:9-12
En otra oportunidad el Señor Jesús presentó otro contraste entre el orgullo y la humildad. Esta vez trataba con algunas personas que depositaban su confianza  en sí mismas de que eran justas y por lo tanto no dependían realmente de Dios. Puesto que pensaban tanto en sí mismas, despreciaban a otros que no eran miembros de su propia clase, grupos o sectas. Es decir desdeñaban o pasaban por alto a algunos y trataban a otros con desprecio, restándoles valor y tratándolos mal. No se acordaban de cómo se siente Dios respecto de aquellos que usan su propia bondad para situarse en un pedestal o para desvincularse de las necesidades humanas.  Isaías 65:5 “que dicen: Estate en tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tu; éstos son humo en mi furor, fuego que arde todo el día”.

El Señor Jesucristo ilustra esta condición presentando a dos hombres que subieron a la colina y entraron al templo a orar. Uno de ellos era fariseo, separatista estricto que seguía sus propias tradiciones en la interpretación de la biblia. El otro era un publicano o recaudador de impuestos para los odiados opresores romanos. El fariseo se puso de pie en un lugar prominente, adoptando una actitud altiva y audaz. Su oración aunque estaba dirigida a Dios, giraba alrededor de sí mismo. Le daba gracias a Dios que no era como los otros que no pertenecían a la secta de los fariseos. Él no era ladrón ni injusto; sus riquezas no habían sido mal adquiridas. Ayunaba a, daba diezmos. De esta manera, el fariseo, bajo el disfraz de la oración, se felicitaba a sí mismo.

El hombre sincero debe, en humildad debe reconocer que todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 3:23). Nuestro corazón nos engaña si pensamos que  podemos presentarnos ante Dios  felicitándonos por lo bueno que somos.

En realidad, puede ser que la jactancia del fariseo hubiese sido falsa. El Señor Jesús acusó a los fariseos como clase, de ser opresivos, injustos (Mateo 23:23), e indiferentes. Con frecuencia la jactancia es un intento de encubrir deficiencias. Pero el fariseo se engañaba a si mismo si pensaba que podía ocultar su pecado ante Dios. (Proverbios 28:13). Hasta la bondad del fariseo era obediencia a reglas que el mismo se había impuesto. La ley requería solamente un día de ayuno al año. (Levítico 16:29). Los fariseos por propia voluntad ayunaban los lunes y jueves. La ley requería el diezmo de la cosecha y del aumento del ganado. Los fariseos iban más allá (mateo 23:23), no porque sintiesen solicitud por la obra de Dios, sino por ejercer dominio sobre los demás, que como el publicano, no eran tan escrupulosos.

EL CAMINO DE LA VERDADERA JUSTIFICACIÓN

Lucas 18:13,14
El publicano no trató de fingir que era bueno, ni trató de mencionar lo bueno que había hecho para desviar la atención de su pecado. Con humildad se puso lejos, con la cabeza inclinada sintiendo su indignidad, mientras se hería el pecho con genuina contrición y dolor. No trató de disculparse ni culpar a otros. Abiertamente confesó que no era solamente un pecado sino el pecador, al abandonarse a la misericordia de Dios.

No fue el fariseo, sino el publicano el que regreso a su casa  justificado, perdonado, considerado por Dios como justo y libre de culpabilidad. Dios lo exaltaría. Dios exaltara a su debido tiempo a todos aquellos que son verdaderamente humildes

lunes, 7 de agosto de 2017


                         LA ESPERANZA

1 Corintios 4:7 AL 5:16

4:7 Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, 
4:8 que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; 
4:9 perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; 
4:10 llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos. 
4:11 Porque nosotros que vivimos, siempre estamos entregados a muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. 
4:12 De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida. 
4:13 Pero teniendo el mismo espíritu de fe, conforme a lo que está escrito: Creí, por lo cual hablé, nosotros también creemos, por lo cual también hablamos, 
4:14 sabiendo que el que resucitó al Señor Jesús, a nosotros también nos resucitará con Jesús, y nos presentará juntamente con vosotros. 
4:15 Porque todas estas cosas padecemos por amor a vosotros, para que abundando la gracia por medio de muchos, la acción de gracias sobreabunde para gloria de Dios. 
4:16 Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. 
4:17 Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; 
4:18 no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.


5:1 Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos. 
5:2 Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; 
5:3 pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. 
5:4 Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. 
5:5 Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. 
5:6 Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor 
5:7 (porque por fe andamos, no por vista); 
5:8 pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. 
5:9 Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables. 
5:10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.
5:11 Conociendo, pues, el temor del Señor, persuadimos a los hombres; pero a Dios le es manifiesto lo que somos; y espero que también lo sea a vuestras conciencias. 
5:12 No nos recomendamos, pues, otra vez a vosotros, sino os damos ocasión de gloriaros por nosotros, para que tengáis con qué responder a los que se glorían en las apariencias y no en el corazón. 
5:13 Porque si estamos locos, es para Dios; y si somos cuerdos, es para vosotros. 
5:14 Porque el amor de Cristo nos constriñe, pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron; 
5:15 y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió y resucitó por ellos. 
5:16 De manera que nosotros de aquí en adelante a nadie conocemos según la carne; y aun si a Cristo conocimos según la carne, ya no lo conocemos así. 


El creyente abriga una esperanza viva en Cristo tanto para el presente como para la eternidad.

Si la fe es fundamental para nuestras relaciones con Dios en Cristo, la esperanza es también esencial. La fe y la esperanza junto con la caridad o amor abnegado son virtudes esenciales de la vida cristiana (1 Corintios 13:13) Reconocemos que somos salvados por la gracia en virtud de la fe (Efesios 2:8) pero somos salvados también por la esperanza (Romanos 8:24)

Cuál es la fuente de la esperanza?
2 Corintios 4:1-7

La propia esperanza de Pablo procedía de su encuentro personal con Cristo en el camino de Damasco.

Esta esperanza, este conocimiento de la gloria de Dios revelada en Cristo, es un tesoro que Dios nos da. Ninguno de nosotros es fuente de esa gloria, por mucha que sea la luz, la verdad, la gloria y el poder que Dios puede manifestar en nosotros y por medio de nosotros, no somos otra cosa que vaso de barro. Toda la gloria le pertenece a Dios. Toda la extraordinaria excelencia, la maravillosa grandeza del poder es de Dios. Solamente El es la fuente.

Como triunfa la esperanza?
2 Corintios 4:8-18

Como vaso de barro el apóstol Pablo experimentó muchos sufrimientos. Vivió bajo la constante presión de enemigos y perseguidores, pero  Dios no permitió que lo cercaran ni lo aplastaran. El libro de los hechos demuestra con frecuencia de qué manera Dios abrió un camino de escape para el apóstol. En realidad la presión enemiga significaba solamente que el evangelio se extendería a un nuevo lugar. Aun cuando Pablo estuviese perplejo sin saber a dónde ir, Dios no lo dejó que fuese una víctima de la desesperación. Cuando se vio perseguido Dios nunca lo abandonó ni permitió que sus perseguidores lo capturaran. Cuando fue azotado por calamidades como naufragios, fue librado de la muerte.
Pablo, en virtud de su esperanza se mantuvo firme en su sufrimiento por la causa de Cristo, aunque su cuerpo mortal decaía, el hombre interior se renovaba diariamente. Había captado una vislumbre de la gloria de una grandeza tan sobrecogedora que los sufrimientos presentes y persecuciones palidecían y se volvían insignificantes.

Cuál es la meta de la esperanza?
2 Corintios 5:1-10

El apóstol Pablo no le hizo frente a los peligros diarios animado de alguna creencia mística que no podría morir, ni aun con la confianza de Dios no permitiría su muerte. Carecía de esa seguridad.

De manera entonces que la esperanza del creyente con la visión del futuro no pasa por alto el hecho de la muerte. Hasta que Jesús  venga, todos debemos hacerle frente a la muerte. Nuestro cuerpo es solamente una habitación terrena que se destruye fácilmente, una carpa o tienda que puede ser fácilmente desmantelada. La vida física es mucho más frágil de lo que muchos de nosotros queremos pensar (salmo 103:15,16) Pero cuando ocurre la muerte, ella no trae el fin. Dios tiene una casa mejor para nosotros, un nuevo cuerpo, una nueva creación del cielo. No será una “tienda” transitoria como nuestros cuerpos presentes, sino un edifico permanente.

Dios nos ha preparado para todo esto dándonos un anticipo del Espíritu Santo. (2 Corintios 1:22)
El Espíritu revela a Cristo y nos hace gustar por anticipado lo que Dios ha preparado para nosotros (1 Corintios 2:9,10). Esto le proporcionó esperanza a Pablo en circunstancias que hacia frente a aquellos que le querían dar muerte a raíz de su testimonio. Sabía que mientras vivía en este cuerpo presente estaba ausente de Cristo (de la misma manera que un embajador en un país extranjero está ausente de su patria) Cristo estaba con el naturalmente, y sin embargo en esta vida se mantuvo por fe y no por vista. Ahora tenemos los primeros frutos del Espíritu, pero aquel día, con nuevos cuerpos experimentaremos la adopción y disfrutaremos de nuestros privilegios de hijos.


La esperanza y la visión de una vida con Cristo  colocó al apóstol Pablo en un sitio maravilloso. Ya no le importaba vivir o morir. En vez de aferrarse a las cosas de esta vida, en vez de consagrar todas sus energías a preservar esta vida, podía depositar su atención en aquello que realmente importaba. En realidad, todo lo que quería era  agradar a su Maestro y Señor. (Filipenses1:20,21) El apóstol Pablo, al igual que todos nosotros, tendrá que comparecer ante el tribunal de Cristo (Romanos 14:10) a fin de recibir una recompensa por lo que hizo con este cuerpo, ya fuese bueno (útil, benéfico), o malo