miércoles, 9 de junio de 2010

LA PRERARACION PARA LA ETERNIDAD

Lucas 16:19-31

Había un hombre rico, que se vestía de purpura y de lino fino, y hacia cada día banquete con esplendidez.

Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquel lleno de llagas,

Y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aún los perros venían y le lamian las llagas.

Aconteció que murió el mendigo y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham, y murió también el rico y fue sepultado

Y en el hades alzó sus ojos estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham y a Lázaro en su seno.

Entonces él, dando voces, y dijo: padre Abraham, ten misericordia de mi y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y moje mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.

Pero Abraham le dijo: hijo acuérdate que recibiste tu reino en tu vida, y Lázaro también males, pero ahora este es consolado aquí y tu atormentado

Además de todo esto, una gran cima esta puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden ni de ella pasar acá.

Entonces le dijo: te ruego, pues padre, que le envíes a la casa de mi padre porque tengo cinco hermanos, para que les testifique a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.

Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos.

El entonces dijo: no, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.

Mas Abraham le dijo: si no oyen a Moisés y a los profetas tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos.

Muchos consideran que este pasaje no es una parábola. Aun si lo fuese, el Señor Jesús no enseñaría nada falso. En realidad, nos proporciona importante información relativa a la vida del más allá.

UN CONTRASTE EN LA VIDA. Lucas 16:19-21

Los fariseos pensaban que un rico tenía más probabilidades de ser justo que un pobre. No hay indicios de que hubiese conseguido su fortuna por medios ilícitos. Pero solo le interesaba disfrutar de la vida. No tenía lugar para Dios.

Junto a su residencia yacía un mendigo llamado Lázaro, enfermo y lleno de llagas. Los fariseos consideraban que esto era prueba del castigo de Dios, como sostenían también los amigos de Job. Esperaba recibir algo que cayera de la mesa del rico. Para aumentar sus miserias, los perros, animales impuros, le lamian las llagas, por lo que era considerado también impuro.

Y sin embargo, Lázaro no se quejaba. Su nombre significa “Dios es mi ayuda” Indudablemente, no podemos juzgar al hombre por su estado aquí en la tierra.

Un contraste en la muerte. Lucas 16:22

Con el tiempo, llegó la muerte y los ángeles lo llevaron al seno de Abraham, lugar de honor e intimidad. (Lea 2 Samuel 12:3; Juan 1:18) También le llegó su momento al rico. Seguramente su funeral fue fastuoso. Pero no hubo ángeles que lo transportaran al lugar de gozo y comunión que había encontrado Lázaro. Sus pecados de omisión (Lucas 12:47; Santiago 4:17) daban ahora sus frutos. No había hecho provisión alguna para su alma.

Un contraste en la eternidad.

Lucas 16:23-31

Es de suponer la sorpresa del rico al verse en el lugar de tormentos. (Mateo 7:13,14; Isaías 66:24; Marcos 9:44, 46,48; Apocalipsis 14:11) En esta vida, el tiempo contribuye a que el rico se olvide de sus pecados inconfesos y sus errores del pasado. Allí tendrá siempre presente lo que querría olvidar. El infierno tampoco cambia al hombre. Aquellos que han ido al infierno seguirán obsesionados por aquellos deseos insaciables que tuvieron en la tierra, pero sin la posibilidad de satisfacerlos.

Cuando el rico llamó a Abraham pidiéndole que enviara a Lázaro para que le diera un poco de alivio de la llamas, Abraham le recordó que sobre la tierra, él había recibido cosas buenas. Quería lo que el mundo le ofrecía y nada más. Pero ahora no le quedaba otra cosa que el sufrimiento. Lázaro solo había recibido lo malo, pero en el paraíso era consolado. En el infierno nadie tiene amigos.

Esta situación provocó una tardía preocupación en el rico por sus cinco hermanos y pidió que Lázaro fuese enviado para advertirles. La respuesta de Abraham fue una censura. Los que rechazan la Palabra de Dios, tampoco son convencidos por un milagro.

EL ARREPENTIMIENTO PRODUCE REGOCIJO

Lucas 15:11-24

11. También dijo: Un hombre tenía dos hijos;

12. y el menor de ellos dijo a su padre: padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes.

13. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdicio sus bienes viviendo perdidamente.

14. y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle.

15. y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos.

16. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba.

17. y volviendo en si, dijo: ¡cuántos jornaleros en casa de mi padre tiene abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!

118. me levantare e iré a mi padre, y le diré: padre, he pecado contra el cielo y contra ti.

19. ya no soy digno de ser llamado tu hijo, hazme como uno de tus jornaleros.

20. y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos lo vio su padre, y fue movido a misericordia y corrió, y se hecho sobre su cuello, y le beso.

21. y el hijo le dijo: padre, he pecado contra el cielo y contra ti y ya no soy digno de ser llamado tu hijo.

22. pero el padre dijo a sus siervos: sacad el mejor vestido y vestidle; y poned un anillo en su mano y calzado en sus pies.

23. y traed el becerro gordo y matadlo y comamos y hagamos fiesta;

24. porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido y es hallado. Y comenzaron a regocijarse.

Las críticas de sus enemigos motivaron varias parábolas de Jesús. Esta vez son los fariseos, al censurar su relación con publicaciones y pecadores.

LA OVEJA PERDIDA

Lucas 15:1-7

Jesús les había hecho comprender a los publicanos y pecadores que Dios no desprecia el corazón contrito (sal. 34:18; 51:17; Isa. 66:2). No nos debe sorprender que siguieran llegando hasta el.

Para responder a las continuas quejas de los fariseos, relató estas parábolas. La primera, la oveja perdida, muestra la razón por la que los recibió. Él era el buen pastor, y debía buscar a la oveja perdida, ¿De qué otra manera podía hallar el camino de regreso a Dios?

Lo que le molestaba mas a los fariseos, era que Jesús comía con publicanos y pecadores.

Es probable que le gustara mas comer con ellos que con los fariseos. Cuando los fariseos lo invitaban,

solían omitir los actos de cortesía más elementales. Solo les interesaba hallar algo en que atraparles. Pero los publicanos y pecadores le abrían su corazón e invitaban a sus amigos, esperando que también hallasen paz y perdón.

Los fariseos no comprendían el valor de una persona creada a imagen de Dios que no quiere que nadie se pierda (2 Pedro 3:9), y por eso envió a su Hijo para que muriera en el calvario (Juan 3:16; Romanos 5:8,10)

LA DRACMA PERDIDA

Lucas 15: 8-10

Como la dracma para la mujer, el pecador es de gran valor para Dios.

El quiere barrer con los obstáculos, hasta encontrar al perdido.

La oveja perdida estaba fuera del corral. La dracma estaba aún en la casa. La oveja era una entre cien. La dracma, una entre diez. Dios se interesa tanto por los miembros de la iglesia que están perdidos como por aquellos que nunca asisten a ella.

La mujer que encuentra la dracma llama a sus amigas para que compartan su gozo. Si no sentimos regocijo por un pecador que vuelve a Dios, no nos sentiremos cómodos en el cielo. La actitud crítica de estos fariseos, era un pecado que los apartaba de Dios. (Mateo 25:21, 30).

EL HIJO PERDIDO

Lucas 15:11-32

Una tercera parábola presenta al hijo más joven de un hombre rico que deseaba independencia. Como nuestro Padre Celestial, aquel padre respetó su libre albedrío y le dio su herencia. Pronto perdió el dinero y los honores. Terminó cuidando cerdos, tarea inmunda (Levítico 11:7). Pero la paga no era suficiente para satisfacer su hambre.

Finalmente recordó que los obreros de su padre tenían comida. Resolvió presentarse ante él, admitiendo su pecado. Su padre lo esperaba con los brazos abiertos, y ordenó que se hiciera una fiesta. El hijo mayor como los fariseos, no compartió el gozo. El padre tuvo que demostrarle que era justo su regocijo.

lunes, 7 de junio de 2010

EL ARREPENTIMIENTO PRODUCE REGOCIJOhttp://para pagina