domingo, 9 de septiembre de 2018

El poder del evangelio

Romanos 1:14-19.
14 A griegos y a no griegos, a sabios y a no sabios soy deudor.
15 Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma.
16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, al judío y también al griego.
17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá.
18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad;
19 porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó.

3:21   pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada
Por la ley y profetas;
22 La justicia de Dios por medio de Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia,
23 por cuantos todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
24 siendo justificados  gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es Cristo Jesús,
25 a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
26 con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que
justifica al que es de la fe de Jesús. 

INTRODUCCIÓN

El apóstol Pablo se encontraba en la ciudad de Corinto cuando escribió la carta a los romanos a quienes no conocía, pero el amor profundo y sincero por la iglesia de Cristo fueron una motivación más que suficiente. Cuando  escribimos a un familiar o a un amigo, las palabras fluyen con facilidad pero no es igual escribir a un extraño. Pero al apóstol Pablo no le fue nada difícil escribir la carta a los Romanos, a pesar de que jamás los había visto o compartido con ellos.
(Romanos 1:10, 11,13; 15:22). Además, el Espíritu Santo lo inspiró para que escribiera las palabras precisas.

Estaba a punto de terminar su tercer viaje misionero. En esta carta les indicaba a los romanos que en su corazón ardía el deseo de hacer un viaje a la ciudad imperial para poder conocerlos y confirmarlos en la fe. Lo que no sabía era que ese viaje lo haría como un prisionero y que tendría terribles experiencias en su travesía.

Para empezar su ministerio entre los romanos, el apóstol les escribió sobre las doctrinas de la condenación, la justificación y la santificación en las divisiones principales de su carta. Después de estas divisiones presenta una sección práctica para la aplicación de todas estas enseñanzas. En este caso  consideraremos el saludo apostólico de esta epístola y la de las doctrinas que se presentan en ella.
                                   Dinámica del evangelio

Romanos  1:1-17
Originalmente, Romanos era solamente una carta escrita por un predicador evangélico a una iglesia compuesta por creyentes a los cuales jamás había visto. Para escribir esta epístola Pablo siguió las normas acostumbradas en aquel tiempo. Se hizo la apertura con una cordial y apostólica salutación. El escritor dio una explicación de su persona y vocación.

Para presentarse, Pablo mencionó tres cosas. En primer lugar se identificó como un verdadero siervo de Jesucristo,  una posición que había aceptado voluntariamente. Del griego  ”doulos” que quiere decir esclavo (Vea Éxodo 21:5,6). En segundo lugar Pablo declaró que había sido llamado por el Señor, quien lo había enviado a cumplir con una misión. En tercer lugar aseguró que por esta causa había sido apartado por Dios para ser un predicador del evangelio de Jesucristo.

Las buenas noticias que el anunciaba se habían prometido desde mucho tiempo antes en las Escrituras Sagradas. Su mensaje giraba en torno a Jesús, quien es Dios y hombre al mismo tiempo. Jesús era descendiente del rey David a través de la encarnación. Demostró ser verdadero Dios a través de la resurrección de entre los muertos. El mismo dijo: “yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie  me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” Juan 10:17,18.

En esta epístola el apóstol recuerda a sus lectores que ellos también fueron llamados por el mismo Señor que lo llamó a él y les declaró que habían sido llamados a ser santos.
Los creyentes de Roma recibieron elogios y palabras de agradecimiento por parte del apóstol Pablo los cuales habían tenido por costumbre hacer bien a todos los creyentes de muchas maneras y enviar contribuciones a muchas iglesias para satisfacer las necesidades de los hermanos. Esa fidelidad y firmeza se extendió a varias generaciones. Esas virtudes deben ser imitadas por la iglesia en este tiempo.

La intensidad de la intercesión del apóstol Pablo por los romanos  se demuestran de dos maneras en su carta.

En primer lugar invoca a Dios como testigo de la sinceridad de las palabras que expresa hacia ellos.
Luego dirige la atención de sus lectores hacia el fervor con el cual servía a Dios, incluso el ministerio de la intercesión en oración.

 Por otra parte, las oraciones de Pablo revelaban un ardiente deseo por establecer relaciones más estrechas con los romanos en el futuro. Le pedía al Señor que le permitiera ir a verlos “rogando que de alguna manera tenga al fin, por la voluntad de Dios, un próspero viaje para ir a vosotros”. Romanos 1:10
                                                                                                                    
Lo que él deseaba era que a través de su visita a los hermanos de Roma ellos pudieran ser beneficiados  con  muchos frutos espirituales, y ser confirmados en la fe de Cristo. Pero al mismo tiempo les indica que también tenía esperanza de ser él mismo beneficiado por medio de ellos. A pesar de ser apóstol, no descartaba la posibilidad de beneficiarse de la fe de los demás creyentes, reconociendo al mismo tiempo que experimentaba necesidades humanas y espirituales igual que todos.

El apóstol les dejo claro que su demora en el viaje a Roma no era por vergüenza o temor. El declaró: “no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”. Él tenía una maravillosa experiencia del poder del evangelio y esto lo motivaba a proclamarlo dondequiera que iba.

Distorsión del evangelio

Romanos 1:18-32
En el principio todos los hombres tenían un claro concepto acerca del único y verdadero Dios. Y aun después de muchos siglos de separación de la época de Adán y la sociedad de su tiempo. Pablo decía que los seres humanos contaban con un testimonio de la majestad divina y  que todos tienen en su conciencia el concepto del Dios todopoderoso.

Los hombres rechazaron al único Dios verdadero que conocían. Por voluntad propia lo sacaron de su vida. Por eso es que todos tendrán que dar cuentas a Dios y no contaran con ninguna excusa que pueda libarlos del juicio divino. Romanos 1:20 “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa”

La idolatría está presente en distintas formas: una de ellas es la adoración de dioses de madera, piedra o de metal. Otra forma más sutil de idolatría sobre todo en esta era moderna son los dioses: dinero, posición social, placeres y poder. Estas cosas son más peligrosas que las esculturas y las imágenes muertas.

Debemos estar alertas y cuidarnos de éstas formas sutiles de idolatría que han sido aceptadas como modelos de la sociedad actual y hasta han comenzado a invadir al pueblo cristiano.

El vacío del rechazo de Dios fue lleno con la idolatría, adorando a las cosas que Dios había creado en lugar de adorar al Creador.

Negaron en sus mentes el lugar que le corresponde a Dios: “Como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen” (Romanos 1:28). En esto hay algo más que un abandono de parte de Dios para los que anden en  sus propios caminos. La ceguera voluntaria se convierte en el castigo de ceguera. No quisieron ver, por lo tanto ya no pudieron ver.

Cuando Dios entregó a los hombres impíos a una mente reprobada, quedaron expuestos a la realización de las maldades más horrendas (versículos 24, 26,28)
Es fácil condenar los pecados más horrendos, pero de igual manera también es fácil cubrir aquellos pecados que parecen  menos detestables para la sociedad.

El apóstol escribe acerca de las distorsiones sexuales y otras perversidades en la rebelión de la humanidad contra Dios, como la homosexualidad y la fornicación. Pero en el mismo texto en Romanos 1:29 y 30 el Espíritu Santo habla del pecado del orgullo y la vanagloria. El carácter degenerado de la homosexualidad y el lesbianismo hacen de ellos los más repugnantes, aunque todos son odiosos. Aquí la palabra de Dios declara que hay una penalidad inevitable por estas perversidades.

Es importante notar que en este pasaje se habla de la actitud incorrecta hacia  a Dios. En realidad todos los pecados tienen su origen en esto.  Se menciona también los males en las relaciones personales tales como los chismes, las murmuraciones, la adulación, el engaño, los sentimientos de mala voluntad, los actos abusivos, la falta de misericordia, el no perdonar, el tener una mente maliciosa y homicida, la ausencia del amor fraternal y la desobediencia a los padres.

La proclamación del evangelio

Romanos 3:21-26
“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Pablo explica que el objetivo principal de la ley de Moisés fue demostrar la pecaminosidad de las personas pero no tenía poder  para una liberación espiritual permanente. Hablando de la justificación dice: “Ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios” (3:21). El apóstol dijo que estas cosas se habían revelado por medio de la ley y los profetas, expresión que se usaba para designar todo el Antiguo Testamento. Pablo escribió conforme a las Escrituras. (1 Corintios 15:3,4).

La ley expresa condenación para los que han pecado, pero también las Escrituras anuncian salvación a todo aquel que cree. La justicia de Cristo nos ha sido dada para que podamos ir al cielo y para tener una vida llena de las riquezas del Espíritu Santo. La buena noticia que el apóstol le tenía a los romanos era que Dios está proveyendo un medio por el cual pueden ser justificados sin tener que depender de los ritos de la ley de Moisés. Esta justificación es para el que está dispuesto a presentarse ante su trono por la fe en Cristo. Esto es por la gracia divina que es un favor inmerecido. Cristo pagó el precio para lograr nuestra liberación de la condenación. Pero no era suficiente el pago del rescate, había que poner al pecador rescatado en amistad con Dios el Padre. Cristo también fue nuestra propiciación. En la Ley los sacrificios de animales, solo cubrían los pecados por un tiempo. Pero el sacrificio de Cristo fue tan completo, que puso al redimido en una relación constante y eterna con el Padre. Si permitimos que el Espíritu Santo revele a Cristo en nuestras vidas experimentaremos el poder del evangelio